domingo, 26 de noviembre de 2017

Damas Gratis

No hay chances de que el mundo mejore mucho si no cambia el gusto de la mujeres. Por ejemplo, ¿qué chances tiene un nerd, o un freak de procrear? Muy bajas. A lo sumo logra sonrisas y agradecimientos por ayudarlas en matemática, física, computación, o ayudando a resolver un problema técnico como abrir un sifón para sacar lo último, una tapa del pote de crema, o con el sistema de sube y baja del asiento de la bicicleta fija. Pero no mucho más.

Ahora, fíjense en el éxito con las mujeres de los artistas, los cantantes sobretodo, pero también los abogados, los que tienen plata, etc. Es el acabose, diría Mafalda. Nunca vamos a mejorar si las mujeres no cambian su gusto. "Dick el demasiado", "Leo Matioli", "Tu vieja en tanga", tienen mucha más chances de distribuir su simiente por el mundo que un ingeniero, un técnico, o un científico.
En la serie de Netflix “Stranger Things”, hay un héroe con conocimientos científicos y otro héroe que es medio bestia. El primero es gordito y simpático, el segundo es grandote y temperamental. ¿Adivinen a quién mata el guionista?
Les digo que el gordito era una masa: valiente, cariñoso, inteligente, gracioso. El otro era un grandote bobalicón de piña fácil. Pero priorizando el componente reptílico de nuestro cerebro, el guionista pensó que la mayor afinidad del público iba a estar en el personaje con mayor fuerza física y emociones más agresivas.

Por otro lado, un poco más en serio, veo que el odio nos provee energía. Sí, energía vital. Al odiar o al enfrentarnos a alguien, ese enfrentamiento alimenta algo que nos hace sentir vivos. Tal vez porque nos brinda un propósito, algo por lo cual luchar (o más bien contra qué luchar) y, sobretodo, nos hace sentir diferentes y mejores que ese otro contra quien nos enfrentamos.

Por eso es tan importante tener proyectos, no aburrirse, inventarse algo… porque si no, uno empieza a mirar por la ventana, a los que pasan, la mente aletargada inventa o amplifica historias. Se mete con los familiares, chusmea y crea broncas.


Muchas veces, la base del rencor y enfrentamiento hacia el otro, es la falta de un proyecto mejor que nos haga sentir vivos.