De a poco me fui convenciendo de las virtudes de un sistema de calidad, poder ver algunos resultados me fueron afirmando la importancia de los detalles de un sistema de calidad. Algunos dueños pymes logran vivir en carne propia estas ventajas.
Enrique, el dueño de una Pyme que logro la ISO hace unos cuatro años, me dice:
- ¿Sabés qué es lo que más valoro del sistema de calidad? El haber recuperado el control de mi fábrica. No se si aumenté mucho la calidad de mi producto, pero antes las cosas se hacían en forma artesanal, estaba el extrusor que sabía como hacer un cable y no siempre lo hacía igual. Ahora todo esta escrito, si un operario me hace un desplante o una propuesta absurda es más fácil reemplazarlo, las cosas se hacen siempre igual y eso ayuda a detectar desvíos que antes pasaban de una acusación a otra en discusiones interminables e infructuosas.
Mientras Enrique me contaba esto, justo sube la secretaria y le dice:
- Enrique, las hormigas otra vez te estan comiendo el tilo de la vereda.
- Ves, me dice Enrique, ahi hay otra virtud de tener un sistema de calidad: puedo dedicarle un poco de tiempo a estas boludeces sin problema.
Roble americano de 400 años |
Los tres grandes desafíos del dueño pyme son:
- Planificar
- Comunicar bien y capacitar
- Delegar
Para eso, él mismo tiene que capacitarse, pero eso es una quimera, "yo se manejar mi empresa", "los cursos son muy teóricos, no entienden la realidad de mi pyme". El dueño pyme es un luchador, que llegó a ser lo que es a fuerza de trabajo, esfuerzo y constancia, la capacitación nuca estuvo en su agenda, nunca le fué necesaria, los clientes fueron sus docentes de la calle.
Pero la competencia aumenta, los márgenes de ganancia bajan, y los contextos cambian.
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