Ayer vi un debate entre Bertrand Russell y el cura Copleston, dura 50 minutos pero es interesante para quien le interesen esos temas, lo pueden ver en: https://www.youtube.com/watch?v=qiocnqAYA3c.
Como era de esperarse no llegan a nada, o sí, llegan a decir que no se ponen de acuerdo: Russell dice que no hay manera de asegurar que Dios existe y Copleston dice que es inevitable la conclusión de que sí existe. De todas formas, el debate es apasionante. Es un debate que se basa en el razonamiento lógico, lo cual implica un gran esfuerzo cuando se discuten creencias las
cuales, a mi entender, entran en una dimensión distinta y no tiene mucho sentido analizarlas lógicamente.
Primero dije: "como me lo esperaba, no llegaron a nada, y no se puede decir que ninguno de los dos ganó la discusión". Al pedo, entonces, tanta palabrería si, en definitiva, se llega al mismo punto que sin tanta erudición. Pero analizando un poco más cuidadosamente, se ve que esas discusiones son relevantes, aunque no haya una respuesta única al final y no se pueda decir que uno de los dos "ganó". Ese tipo de discusiones colaboran a disminuir el fanatismo, al hacer un esfuerzo por tratar de entender por qué el otro piensa muy distinto a uno y, al mismo tiempo, se sorprende al encontrar puntos de acuerdo que permanecían ocultos tras los desacuerdos. También, practicar estas discusiones permite llegar al núcleo del desacuerdo y no quedarse en la cosmética del mismo, se hurga en lo profundo de las creencias y permite el autocuestionamiento y revisión de la propia postura. Sin necesidad de cambiar la idea, la interpelación profunda de las ideas propias, permite dar una segunda mirada y autocuestionarnos. No hay mejor antídoto contra el fanatismo que esa práctica dialéctica entre dos personas informadas, inteligentes, y con ganas de aprender del otro.
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