Estas
nuevas técnicas son superadoras, no hay duda. Pero son superadoras
siempre y cuando se cumpla una condición esencial; que haya compromiso
por parte del docente. Agregaría como condiciones extras el que esté
capacitado, motivado, que tenga recursos, y un clima de aula sin
violencia o necesidades básicas insatisfechas. Pero para no complicar la
cosa, solo le pediremos compromiso. Igual es raro que un docente
comprometido con la enseñanza no se capacite y no esté tratando de
mejorar continuamente. No necesita la presión externa de la institución o
el estado para eso. Pero están los otros docentes, los que están
hastiados, en los que la docencia es solo un medio de subsistencia, o
que empezaron motivados pero dejaron de estarlo a fuerza de trabajar
mucho, corregir más, y lidiar con un sistema que no los ayuda en nada.
Ya sea por decisión o transformación, estos docentes desmotivados buscan trabajar lo menos posible y pasar por el aula sin complicaciones. En esos casos, las nuevas tecnologías y las nuevas metodologías de enseñanza son nefastas.
La flexibilidad que dan al docente los nuevos métodos didácticos, se transforma en libertad de acción en el docente comprometido, y en magníficos argumentos para la vagancia en el que no lo está.
Con los métodos tradicionales el docente tiene que pararse y dar ciertos temas mínimos, los cuales son fácilmente controlables. Pero esos requisitos mínimos se diluyen en los nuevos métodos que apuntan a una formación más libre, más profunda, y más significativa.
El control es necesario para el docente desmotivado, el que está motivado no necesita control, él mismo es su mejor control y alcanza con darle pautas, algunos criterios y objetivos generales, y luego brindarle libertad y recursos.
Pero al otro, hay que acotarlo en su posibilidad de “no hacer”, y ese acotamiento es más fácil de hacer cuando las prácticas docentes son más esquemáticas y tradicionales.
Ya sea por decisión o transformación, estos docentes desmotivados buscan trabajar lo menos posible y pasar por el aula sin complicaciones. En esos casos, las nuevas tecnologías y las nuevas metodologías de enseñanza son nefastas.
La flexibilidad que dan al docente los nuevos métodos didácticos, se transforma en libertad de acción en el docente comprometido, y en magníficos argumentos para la vagancia en el que no lo está.
Con los métodos tradicionales el docente tiene que pararse y dar ciertos temas mínimos, los cuales son fácilmente controlables. Pero esos requisitos mínimos se diluyen en los nuevos métodos que apuntan a una formación más libre, más profunda, y más significativa.
El control es necesario para el docente desmotivado, el que está motivado no necesita control, él mismo es su mejor control y alcanza con darle pautas, algunos criterios y objetivos generales, y luego brindarle libertad y recursos.
Pero al otro, hay que acotarlo en su posibilidad de “no hacer”, y ese acotamiento es más fácil de hacer cuando las prácticas docentes son más esquemáticas y tradicionales.
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