Cuando el homínido abandona los bosques y sale a la inhóspita sabana, ya no tiene la protección que le
daban los árboles y debe defenderse de los predadores y a su vez él mismo cazar animales, a los cuales es más difícil acercarse sin que lo perciban. Se dice que en ese momento se empezó a desarrollar la artimaña en
el hombre, el engaño que le permitiría defenderse y sobrevivir en un terreno descampado que ahora era su hábitat. Así que, parecería ser, que la técnica de la simulación y el engaño tiene su raíz en la necesidad de supervivencia. Supongo que por eso nos indigna tanto. En última instancia, tal vez pensemos que quien nos engaña nos quiere "cazar" o por lo menos quiere sacarnos algo, que en definitiva sería "cazar" algo de lo que poseemos, alguna de nuestras pertenencias, materiales o ideológicas, pueden, por ejemplo, querer cazar nuestro voto o nuestra aceptación y simpatía. La hipocresía tal vez sea una variante light pero no menos efectiva que el engaño, o más bien un caso particular de éste. Cuando la hipocresía la ejercita un ser instruido es muy difícil de detectar, incluso y con frecuencia para la misma persona que la ejerce. La buena o mala noticia es que todos tenemos ese rasgo que viene desde que somos hombres y que lo practicamos en mayor o menor medida día a día en nuestro personaje social que siempre es bien distinto al personal. La buena o mala noticia, es que muchas veces no somos conscientes de esa práctica y nuestro discurso sincero se entremezcla en forma compleja con el discurso ideológico. Hay dos mecanismos para trabajar la hipocresía inconsciente: reflexionar constantemente sobre uno mismo viéndonos como actuamos, y la otra contrastar nuestro discurso con nuestras acciones. La hipocresía consciente, por su misma naturaleza no requiere cura, mas bien perfeccionamiento, ya que es una herramienta estratégica de supervivencia, y es
un arma complicada de manejar en sociedad ya que suele volverse en contra al disminuir la confianza, que es la contracara de la hipocresía y otra arma social poderosa si las hay. El hombre ya no corre por la sabana, aunque muchas veces su comportamiento indique que sí lo hace, vive en sociedades complejas en un mundo complejo, todo aquel que trata de hacer encajar su realidad personal y social en un esquema reduccionista de verdad-mentira, bueno-malo, amigos-enemigos, entra en un conflicto permanente con su entorno y con él mismo, conflicto en que siempre lleva la peor parte.
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