Ayer vi una entrevista con Gianni Vattimo, se la hacía otro filósofo reconocido del que no recuerdo el nombre. Mas allá de la erudición de ambos y sus posturas filosóficas, me di cuenta que Vattimo tenía una diferencia con el otro filósofo y era que él se incluía en su propio relato filosófico. El otro hablaba de teorías y abstracciones pero en forma mas objetiva, excluyéndose de lo que decía. Vattimo, en cambio, incorporaba su persona al relato, decía que era homosexual, que estaba a favor o en contra de tal o cual postura, etc. Incluso, dudaba mas que el otro, le costaba encontrar las palabras y expresar lo que quería decir.
Paradójicamente, esto no lo mostraba como menos conocedor de los temas que se trataban, ni menos hábil con la palabra, por el contrario, mostraba a un tipo que sabe mucho pero que esta buscando, que aún, a pesar de su edad, indaga al mundo y sobretodo a sí mismo. El otro, desplegaba su erudición de forma un tanto enciclopédica, era mas de lo mismo. Mas allá del acuerdo o no con sus ideas, Vattimo expresa un pensamiento que es diferente y que deja entrever cierta búsqueda. El pensamiento de Vattimo tenía aire y vida y el del otro era rígido y pesado. Algo parecido veo en Tomás Abraham y en Alejandro Rozitchner, y creo que esa es una de la características de los buenos filósofos modernos, se meten con la realidad y con ellos mismos y usan la filosofía y sus modelos como herramientas para interpelar al mundo, tanto el social como el propio.
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