domingo, 4 de diciembre de 2011

Métodos de razonamiento

Texto 1: Es habitual escuchar que la culpa de la violencia en los niños la tiene la televisión. Algunos trabajos estadounidenses se basan en estudios de cientos de casos para reforzar esta afirmación. Pero por más “evidencias” y casos que se presenten para reforzarla, se pueden plantear algunas preguntas que, por lo menos, hacen dudar de la veracidad de dicha afirmación. Por ejemplo:
-          ¿qué receptor se esta suponiendo en esos estudios?
-          ¿Los chicos son mentes pasivas manipulables? Si fuese así, no existirían los problemas de aprendizaje.
-          ¿La televisión es la única influencia que recibe un niño?
-          ¿Si en las películas sustituimos las escenas violentas por escenas pacíficas, se soluciona el problema de la violencia?

Se podría ejercitar el pensamiento contrario, e imaginar los efectos de la manipulación positiva. Por ejemplo, ¿acaso las audiencias que vieron muchas telenovelas con finales felices tienen menos fracasos matrimoniales?

No se trata de promover las escenas de violencia en la televisión, pero tampoco de caer en el simplismo de culpar a la televisión de la violencia infantil, cuando responde a un problema mucho mayor y más complejo.

Texto 2: ¿por qué se imputan los actos criminales y las anomalías a un proceso químico y biológico, y jamás las virtudes ni las buenas acciones?
Someter a peritajes psiquiátricos sólo al mal muestra, en el fondo, nuestro escepticismo ante él, nuestra dificultad para creer en su existencia autónoma y, sobre todo, para aceptar que sea algo más que una anomalía. Nos sentimos más proclives a pensar que hay una predeterminación en el caso de obrar mal que en el caso de obrar bien. Imaginemos que se sospechara del mérito de la Madre Teresa de Calcuta, alegando que sólo bajo los efectos de alguna situación mental no del todo sana uno puede dedicar toda su vida a confortar vidas ajenas. Algún grado de insania hay que tener para ofrecer la otra mejilla ante una bofetada, o para estar decidido a morir de hambre para frenar una situación de violencia, como Gandhi. Hay que tener algún grado de inconsciencia para adoptar la heroicidad del bien, pero jamás habremos de imputarlo a una enfermedad mental, aun si las condiciones objetivas de la santidad se parecen en todo a un desvarío.

Hay algo en común en el análisis que hacen ambos textos: el análisis del caso contrario en positivo. Ambos textos arrancan con afirmaciones referidas a aspectos negativos. En el primer caso, sobre el efecto de la televisión en la violencia infantil y, en el segundo, se presupone a la maldad como algo fisiológicamente anormal. Plantear el mismo problema desde un punto de vista opuesto, en este caso positivo, cuestiona cierta lógica de razonamiento y abre la puerta para un análisis más detallado.

Fuentes:
Texto 1: Extraído de un manual de capacitación docente elaborado por el Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología.
Texto 2: http://www.lanacion.com.ar/1429897-el-problema-del-mal

No hay comentarios:

Publicar un comentario