
Ese piropo, que primero fue dirigido a una hembra, ahora se dirige a una mujer…
a una persona.
No es raro que el piropeador se sienta un poco avergonzado, se
sonría y se transforme, al ver que su objeto de deseo también es una
persona. Toma conciencia de su propia humanidad, y pasa de comportarse como un macho a
comportarse como un hombre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario