martes, 29 de julio de 2014

Para combatir la corrupción II

La tesis de este libro es que la ambición y la moral personales como guía de la conducta corrupta es una elección individual en la que resulta estéril y posiblemente inválido intervenir. En cambio, cada uno de nosotros, tiene el derecho y la posibilidad de controlar y modificar el sistema de organización de su estado, provincia o municipio.

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Para que haya corrupción, el poder del dinero debe conseguir que el poder de la autoridad lo acepte y que otra autoridad no lo controle, y que para que todo eso ocurra usted tiene que aceptar seguir obedeciendo a esa autoridad aunque se dé cuenta que esta coimeando. Como en el fútbol, los espectadores pueden expresar su disgusto o dejar de ir a la cancha. Nadie tiene todo el poder.
Tanto trabajando como fiscal, como luego en grandes empresas privadas, comprobé que aún en los lugares de mayor corrupción, hay unos pocos que se benefician y "unos muchos" que, por distintas razones, toleran la situación. Si se les ofrece un canal confiable para que se distancien de la situación corrupta lo utilizan y se sienten muy bien, advierten que recuperan su dignidad.
Vean el interesante experimento de Milgram que llega a una conclusión parecida: http://es.wikipedia.org/wiki/Experimento_de_Milgram

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Se trata de aprender a distinguir las políticas que favorecen la corrupción, de las que las controlan. No es necesario acusar a un gobierno de corrupto. Siempre es difícil conocer los casos concretos; en cambio, se puede reclamar al gobierno que abandone las políticas que favorecen la corrupción y que adopte las que la controlan.
No se trata de una propuesta moral, se necesita convertir los nobles principios en estrategias de acción. No es mi intención tampoco sugerir cruzadas de castigo. Micheael Riesman demostró que las cruzadas contra la corrupción tienen el paradójico efecto de generar más corrupción. Los cinco años que ejercí como fiscal me enseñaron que la Justicia no es la herramienta para controlar el problema cuando esta generalizado. Se trata de evitar la corrupción, no solo de castigarla.

Fuente: Extractos del libro: En defensa propia. Cómo salir de la corrupción.
Luis Moreno Ocampo. Ed Sudamericana. 1993.

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