La contundencia y la definición, se justifican cuando hay que accionar. En el debate son peligrosas porque cierran las puertas al diálogo, las de ponerse en lugar del otro y tratar de entender por qué piensa así, y abre la puerta del fanatismo y la incomprensión. Por eso, la crítica a los grises, a los matices, y a los puntos medios por considerar esas actitudes como tibias y sin pasión, solo son válidas si quien las practica tiene que accionar, tomar decisiones inmediatas, o se esta ante una crisis. Ahí, la vacilación, el cosiderar muchos puntos de vista y tomarse tiempo para pesnarlos, es contraproducente y puede ser muy perjudicial, es el dicho que a veces es preferible una mala decisión a la no decisión. Pero en épocas de cierta estabilidad que no nos pasamos accionando, por lo menos no en forma inmediata, lo que hay es discusión de café, de entrecasa, debate intelectual, y diálogo de mayor o menor calidad. En estas épocas, en estas prácticas de debate cotidiano, la contundencia ideológica no refleja convicción, ni mucho menos principios, si no incapacidad para analizar seriamente otras opciones y puntos de vista.
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