miércoles, 20 de junio de 2012

Las víctimas del aprendizaje

Alguien paga nuestro aprendizaje práctico. Los clientes, los alumnos, los hijos, los amigos, son algunas de las eventuales víctimas de nuestro aprendizaje práctico en la vida. Ellos son los que pagan nuestros cursos de capacitación, los que compran los primeros productos inacabados e imperfectos, los que se ligan los primeros desplantes desubicados, los que escuchan los primeros disparates, o sea, lo que se llama: "conejos de indias". No sé si es posible otro proceso de aprendizaje en el cual no haya víctimas involuntarias de nuestra impericia al iniciar una actividad. Por más cursos, por más formación teórica que tengamos, el aprendizaje práctico requiere de víctimas. Quien entiende mejor esto es quien encaró algo alguna vez, o sea quiso poner en práctica un proyecto o idea propia. Tal vez esta sea la causa de la intransigencia de algunas personas, de pretender algo perfecto y sin fisuras, de criticar todo porque no se ajusta a un ideal teórico, ese criticismo extremo surge de la falta de experiencia en implementar algunas de sus ideas y de experimentar en carne propia los obstáculos que eso conlleva.

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