domingo, 27 de noviembre de 2011

Padres

El padre que malcría es un impostor. Un engaña-hijos. Por eso los hijos los odian cuando se hacen grandes. El impostor no entiende, ¿pero si le dí todo? ¿por qué me trata así?
Justamente por eso, por darle todo menos límites. Darle todo, es darle plata de adolescente y libertad de chico. Justo al revés de lo que necesita un niño. Lo engañaron. Padres débiles que le mostraron una realidad falsa: que la vida es pedir y tener. Después, el mundo les dió reglas salvajes que no cedían ante sus caprichos, ¿pero cómo? ¿por qué ahora no obtengo lo que quiero? Finalmente caen en la cuenta del engaño. Padres débiles y holgazanes. Hijo resentido. Hijo ingrato.
No hay mérito en concebir, el padre amoroso sufre el llanto de su hijo, pero se la aguanta. Sabe que es lo mejor para él. No es fácil, pero es necesario.

2 comentarios:

  1. Sergio, la familia está en crisis, de ahí que su concepto esté trastocado, se unen como pareja y se desunen como pareja, si hubo hijos en el medio pagan las consecuencias y el modo cómodo que tienen es lo que vos decís, así molestan lo menos posible. Claro, luego viene el otro lado de la moneda. No niego que hay casos diferentes, pero son excepciones.

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  2. Tal vez sea un reduccionismo excesivo, pero: amor y disciplina. Nada más ni nada menos que eso necesita un niño para crecer sano psicológicamente, incluso creo que en ese orden de prioridades. Con esos ingredientes, te diría que, cuando crecen, la separación de los padres les resulta anecdótica, ya que ambos los privilegiaron y los cuidaron durante el proceso de separación. Un abrazo.

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