viernes, 30 de diciembre de 2011

Discusiones políticas

Creo que el fondo del asunto esta en la intencionalidad que se le atribuye al Gobierno, a éste o a cualquiera. Si uno cree que la intención del gobernante de turno pasa por enriquecerse personalmente, acumular poder para incrementar aún más ese enriquecimiento y que no tiene ninguna intención en mejorar el país y la sociedad, sus acciones se explican de una manera, en cambio, si uno cree que el gobernante realmente quiere mejorar al país y la vida de sus habitantes, entonces, la canción interpretativa es otra. El mismo hecho, desde un lado es visto como algo negativo y desde otro como algo positivo. Por ejemplo, en el caso de la actual reducción de las subvenciones a los servicios de agua, luz y gas, se lo puede pensar como que es una estrategia para reducir el gasto público y que el país pueda enfrentar mejor el impacto de la crisis internacional, o como un fracaso a la política original de subsidios la cual no era más que una fantochada para ganar votos y que, desde un principio, se sabía que no se iba a poder mantener en el tiempo. Hay miles de ejemplos.

¿Cómo romper con ese pensamiento binario? Los hechos no lo van a hacer cambiar. Lo que debería cambiar es la técnica de análisis de los argentinos, abandonar el river-boca para intentar encontrar un camino común. Salir de la dicotomía simplista y cómoda de malos y buenos, y aguantar la tensión de la ambigüedad e incertidumbre ideológica, ya que solo durante ese tiempo de incertidumbre es que podemos pensar con un poco de libertad y amplitud, y en donde podemos llegar a reconocer parte de la verdad que tiene una ideología opuesta a la nuestra.

Se piensa mal. ¿Cómo es que nadie se pregunta por qué dos personas honradas, educadas, informadas y bien intencionadas, tienen ideologías opuestas 180 grados? Cuándo es alguien que no conocemos, un periodista o cualquiera alejado de nuestro entorno de afectos, decimos que tiene un interés en pensar y decir lo que dice: " a ese porque ahora le pagan por decir eso", o lo descalificamos moralmente: "ese siempre fue un facho"; "y… de ese zurdo subversivo que podés esperar". Con las personas cercanas afectivamente se nos complica, en general decimos que no conoce la historia, por lo menos es seguro que no conoce la historia que nosotros conocemos y, sobretodo, no la interpreta como nosotros la interpretamos.
Admitamos que hay mucha gente inteligente, honesta, e informada que opina de forma opuesta a nosotros y trabajemos en ese dilema, en vez de descalificarlos y encerrarnos en nuestra propia ideología.

1 comentario:

  1. Sergio, me pasa con todo el mundo, cercano o nó, cuando alguien acepta un accionar perverso y lo suaviza con excusas, pienso que esa persona es igual a lo que defiende. No mala o buena, sino igual. En qué sentido? Pueden ser igual de perversos o igual de permisivos. No es ideología sino temperamento. Si pertenece a mi círculo íntimo lo acepto como es y si no, lo critico ja ja ja, un abrazo.

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